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La historia de mi amor por el japonés

·912 palabras·5 mins
葵
Autor
千里の道も一歩から

¡Hola! Soy Aoi, disfruto mucho de aprender idiomas, de enseñarlos y de poder utilizarlos como puentes entre culturas. Les doy la bienvenida a mi blog, donde compartiré consejos, recursos y experiencias para aprender y disfrutar los idiomas que yo hablo. En este primer posteo, me gustaría compartirles mi recorrido aprendiendo japonés, cómo logré aprenderlo y qué es lo que hago con este. Cualquier pregunta que tengan me la pueden enviar a mi mail o a mi Instagram ¡Espero que lo disfruten!

¿Cómo terminé aprendiendo japonés?
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A los 16 años, me hice muy cercana de una chica que provenía de una familia japonesa. Ella había vivido hasta los 6 años en Japón, luego, sus papás, por diferentes motivos, se mudaron a Argentina. Cuando nos conocimos, yo no sabía lo que existía al otro lado del mundo. De tal forma, que la primera vez que fui a su casa, me llevé una gran sorpresa. Nos reunimos con toda la familia para cenar y ellos hablaban mitad japonés y mitad español, también conocido como japoñol. Sonaba tan raro escucharlos. Esta queridísima amiga y yo pasamos tanto tiempo juntas de nuestra adolescencia, y, en especial en su casa, que eso que me sonaba raro pasó a ser lo más normal del mundo. Luego, llegó un día en el que comencé a tener curiosidad por la cultura, el idioma y las costumbres. Ese día tomé la decisión de aprenderlo, no solo por curiosidad, sino para poder ser parte de sus conversaciones y ocupar un lugar en esa mesa que me permitiera poder conocerlos a todos. Con el pasar de los años, me volví más unida a su familia, hasta tal punto que se terminaron convirtiendo en la mía. A lo largo de todos estos años, aprendí que a una persona no se la conoce hasta que se habla su propio idioma. Ese es el camino más rápido hacia el corazón de otros.

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(Esta es una foto de Aki y yo)

¿Dónde y cómo lo estudié?
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Mis primeros pasos los di en el Colegio Japonés de la Plata (ラプラタ日本語学校). Recuerdo el día que ingresé, la directora me recordó que avanzar en el idioma dependía más de mí que de lo que ellos enseñaran y que su misión como colegio estaba sobre todo enfocada a enseñar la parte cultural y tradicional de Japón.

El funcionamiento de este colegio sigue al pie de la letra los lineamientos de un colegio en Japón. Se creó para que los descendientes de japoneses no perdieran contacto con sus raíces. Por lo que desde las ceremonias hasta las clases se llevan a cabo de una manera muy tradicional.

Las clases para alumnos que no estuvieran en el colegio, ya sea primario o secundario, eran solamente los sábados 3 horas seguidas. Durante esas 3 horas, solo hablabas, escuchabas, leías y escribías en japonés. Antes de entrar a clases, hacían una pequeña ceremonia que tenía como objetivo informar a los alumnos de eventos recientes o próximos, incentivar el uso del japonés a través de preguntas y respuestas luego de escuchar un pequeño discurso, y crear el intercambio de conocimientos entre estudiantes mediante juegos que forzaran el uso del japonés.

Luego, en las clases se trataban diferentes temas. A veces eran actividades grupales, como leer un texto y responder preguntas o mantener conversaciones con alguno de nuestros compañeros. Incluso, en algunas ocasiones, visitabas otros cursos para hacerles preguntas y aprender a través de sus respuestas.

Sin embargo, eso no es lo más interesante que sucedía. Durante todo el año, celebrábamos las festividades japonesas y participábamos de concursos anuales de diferentes habilidades. Esa, para mí, fue la experiencia más enriquecedora. Aprendíamos sobre el significado de cada una de las fiestas, la forma en la que lo celebraban y la historia detrás de ellas. En cuanto a los concursos, era motivante prepararse para dar un discurso, o poner mucha atención en la forma en la que cada caracter se escribía para que, al practicar caligrafía, éste saliera lo más bello posible. Incluso, era divertidísimo tener que escribir entre 150 y 200 caracteres (y a veces más) sobre un tema en el que quizás nunca habías pensado.

En diciembre del 2023 se cumplieron 6 años de estar tomando clases ahí regularmente, y, como premio personal, me dieron un certificado de graduación. Me llevé los mejores recuerdos, experiencias y enseñanzas de ese pequeño colegio que se encuentra en el medio de la nada. Cada una de las sensei que se encuentran allí pone su corazón y su tiempo en enseñar la cultura y el idioma. Ellas me apoyaron muchísimo durante todos esos años y me inspiraron a tal punto que empecé a ser profesora de japonés .

Aunque mi paso como alumna por ese colegio terminó, espero algún día poder volver como profesora y devolverle a ese lugar y a esas personas todo lo que hicieron por mí.

¿Ese es el fin de la historia?
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Claro que no. Todavía sigo estudiando japonés, aunque de manera autodidacta. Todavía me queda mucho por aprender (menos que ayer pero más que mañana). El japonés es un idioma bello, que presenta sus complejidades, y, en algún punto, eterno. Nunca dejamos de aprender un idioma, ni siquiera el nuestro.

Debido a que estudiar idiomas es un camino muy largo, cree este blog. Quizás no todo lo que escriba te sea útil, pero espero poder ayudarte a encontrar algunas respuestas a preguntas que quizás antes no tenías.

✨¡Nos vemos en el próximo posteo!✨
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